LA OPINIÓN DE NACHO FOUZ


noticia 1

2.236 guardianes de la memoria


14-02-24 - Nacho fouz

Esta temporada colmada de desdichas para el Breogán quedará grabada para siempre en los anales del club, con independencia de cómo se desarrollen las 12 batallas venideras que determinarán su futuro en la ACB. Y lo será por la participación del equipo celeste en la Basketball Champions League (BCL), en donde ha hecho historia con mayúsculas.

El Breogán no tuvo suerte en el sorteo, que le deparó el grupo F (denominado en aquel momento «de la muerte»), junto al Hapoel Holon israelí, al Bursaspor turco y al Bonn alemán, que defendía título. El último encuentro que había disputado el cuadro lucense en Europa (en la entonces Copa Korac) había sido el 29/1/1986 en Belgrado: Estrella Roja, 117; Breogán, 94, con los legendarios jugadores celestes Jimmy Wright (autor de 42 puntos) y Antonio Sacedo (26) en plan estelar.

Desde esa fecha hasta el 18/10/2023 (primer partido que disputó en la BCL este curso, que se saldó con un gran triunfo: Breogán, 68; Bursaspor, 48) habían transcurrido 37 años, 8 meses y 20 días. En consecuencia, casi cuatro décadas hubo que aguardar para disfrutar (y lograr la victoria; jamás lo había hecho) un duelo en competición europea del Breogán. ¡Casi media vida!

El conjunto de Veljko Mrsic, pese a todas las adversidades que atravesó durante esos instantes oscuros (hubo partidos con sólo 10 jugadores disponibles), a los maratonianos viajes desde la ‘olvidada en infraestructuras’ ciudad de Lugo, a la calidad de unos rivales con presupuestos superiores... fue capaz de competir hasta el final... y de ganar los tres encuentros en el Pazo... y de clasificarse para disputar el play-in. No consiguió el pase directo a la siguiente fase en el equilibradísimo grupo F (los cuatro equipos firmaron un bagaje de 3 triunfos y otras tantas derrotas) por ¡4 puntos! de diferencia en el basket-average general.

El aforo en los encuentros de la primera fase de la BCL jugados en la ciudad de la muralla fueron muy inferiores a los de la competición doméstica (4.050 fue el mayor, frente al Bursaspor), porque los socios tuvieron que adquirir un bono a principio de campaña para poder presenciar los tres choques referidos. Tuvo incidencia que los partidos se disputasen entre semana, siempre a las 20.30 horas.

El Breogán, como se ha dicho, se vio abocado a jugar el play-in ante otro equipo otomano, el Pinar Karsiyaka, de la lejanísima Esmirna. El día 10/1/2024 el Breogán jugó (y ganó, 80-73) el que a la postre sería su último partido en Lugo en su periplo por el viejo continente. Pese a que el choque para el conjunto de Mrsic suponía vencer o morir, pese a que podía ser el último en el Pazo del curso (como así resultó), pese al enorme esfuerzo del equipo por seguir manteniendo encendida la llama del sueño europeo, pese a todo, solamente 2.236 espectadores (40 de ellos llegados de Turquía) acudieron ese día a dar su aliento al Breogán. ¡2.236!

Siete días después, el cuadro celeste cayó en Izmir (86-76) (con un breoganista en el ‘infierno’ turco, Daniel Dorado) y quedó eliminado. Y hasta aquí sería la crónica de este maravilloso viaje por Europa, en el cual ‘casi’ todos fueron felices. La sociedad, por la repercusión internacional que supuso para la propia entidad, sus patrocinadores y la ciudad de Lugo; para el cuerpo técnico; y para los jugadores, que siempre mantuvieron que era «muy positivo» para ellos, y más todavía cuando las cosas en la Liga no iban bien.

El ‘casi’ corresponde a los aficionados. A algunos aficionados. Desde el primer día la participación del Breogán en la BCL suscitó un yermo debate interno entre la parroquia celeste sobre la necesidad (o no) de disputarla, sobre la conveniencia (o no) de dejarse perder el último encuentro de la fase de grupos para evitar clasificarse o incluso de la utilidad (o no) de ganar ante el Karsiyaka en el play-in para eludir el tercer y definitivo choque en Turquía. Y mientras, el equipo dándolo todo en la cancha. A veces el breoganismo es el peor enemigo de sí mismo.

El cénit fue el encuentro ante el Karsiyaka. Es cierto que el duelo se celebró un miércoles laborable, frío y lluvioso, y que además Real Madrid y Atlético jugaban las semifinales de la Supercopa de España (de fútbol, ¡eh!). También lo es que los abonados tuvieron que pagar 10 euros (5 los menores de edad) para asistir al mismo. En definitiva: 2.236 almas se acercaron al Pazo, 1.400 menos que ante el Bonn, por contextualizar.

El Breogán se gastó en esa eliminatoria de play-in más de 40.000 euros (hubo de viajar dos veces a Esmirna), pero los socios no respondieron. A veces se escucha que algunos aficionados estarían dispuestos a hacer un esfuerzo económico por el equipo de sus amores (para un fichaje de postín, por ejemplo), pero el club nunca dará ese paso, evidentemente. Le corresponde a sus fans. Y el 10 de enero supuso un excelente momento para demostrarlo, aunque no se pudiese asistir al partido. Pero sólo 2.236 adquirieron su tícket para ampararlo.

El ambiente aquel día en el Pazo fue prodigioso y consiguió aupar a su equipo hasta la victoria desde antes del inicio y hasta mucho después del final. Resulta curioso que aquellos 2.236 empujaran más que los 5.310 que asistieron al duelo ante el Real Madrid, por contextualizar de nuevo. Por todo ello, presento mis respetos a esos 2.236, los guardianes de la memoria de un día inolvidable, histórico con mayúsculas.